¡Qué fantástica esta fiesta!
(Con permiso de Raffaella)
La oficina de Barcelona de Grupo Nexe hace días que huele a muérdago, espumillón y turrones. Sí, nuestro flamante equipo de comunicación interna ha desplegado actividades festivas como nunca: que si el árbol de los deseos, que si el día del horrijersey navideño, que si a ver dónde colgamos el precioso calendario de pared de Mostaza…
Ahora bien, la culminación de todas estas iniciativas lúdicas fue la jornada en Mastinell del pasado martes.
Como nos desplazábamos en autocar, Olga, nuestra gamificadora estrella, organizó un juego que consistía en hilar una historia a partir de 30 cartulinas con imágenes. No es por alardear, pero el equipo que formamos Heidi, Leonard, Maria, Mariona, Miquel, Vanesa, Xavier y servidora demostramos que, a agilidad mental, no nos gana nadie.
Ojiplátic@s nos quedamos cuando llegamos a Mastinell, parecía una de esas pelis de viñedos californianos. Y luego ya, cuando entramos en el salón que iba a albergar el encuentro, nos acomodamos en plan boda, y en cierto modo lo era: l@s novi@s, Nexe y Mostaza, estaban visiblemente emocionados. ¡Qué nervios!
Jordi Vilá, nuestro big boss, desgranó los grandes hitos de los 30 años de historia de la compañía, que se cumplen este 2023 -ojo, que auguró doce meses de celebraciones, ¡con lo poco que nos gusta la fiesta!-. Y Carme y Xavi resumieron el balance de este año y los retos de 2024 a toda velocidad: había ganas de tomar el aperitivo al sol, en la terracita. Que corra el aire, pero también el alcohol, que por algo estábamos en una bodega.
El almuerzo fue de nivel, qué lujo tomar los ricos platillos -y beber los exquisitos caldos- sentad@s, en lugar de salir de caza a por la croqueta fugaz o el montadito esquivo. Definitivamente, el finger food está sobrevalorado. ¡Pero si ni siquiera tiene un palabro en castellano para designarlo!
Como comprenderéis, entre tanto vino y cava, estábamos tod@s más que content@s, así que en cuanto el DJ empezó a pinchar música disco, se nos fueron los pies. Bueno, también ayudó bastante que Silvia fue repartiendo tiques de consumición a discreción y volaron los gintonics y los cubatas, el mejor combustible para deslizarse sin pudor por la pista de baile. Incluso l@s soci@s de las empresas del ecosistema, Columna Branding, Emotiva y Woenco -en realidad no fue una boda, sino poliamor-, lo dieron todo, en especial Jordi Farré, que demostró que la eficiencia también consiste en optimizar tus pasos al compás de los acordes.
Casi nos tuvieron que echar a la hora de cierre, tan a gustito estábamos, así que, en cuanto nos bajamos del autocar de regreso, el último reducto de incombustibles nos escapamos a la carrera a la calle Bonavista, donde el bar Mendrugo siempre nos hace un hueco para nuestros tardeos recurrentes.
Yo me retiré a las once, pero me consta que l@s más recalcitrantes -Andreu, Beti, Borja, Edu, Llorenç, Miquel, Sandra- prolongaron las risas hasta la madrugada.
¿Veis por qué todos nuestros encuentros corporativos deberían celebrarse en viernes? El día que sea así, en esa noche tan larga seremos legión… ¡tiembla, Barcelona!
Helena
La hilandera de relatos en Mostaza