¿Qué es lo positivo de este año?

De entre todas las tinieblas que han aparecido desde el 14 de marzo de 2020, este primer año de encierro también me ha brindado pequeños rayos de luz que admirar.

Este año me ha enseñado a valorar la vida con mayor detalle, a darme cuenta de lo que verdaderamente es importante, a saber porqué hay que llorar, así como a detectar banalidades que antes de esa fecha representaban, casi, el fin del mundo.

Este año me ha enseñado a emocionarme con la respuesta “sin novedades” ante la previa y rutinaria pregunta “¿Qué tal todo por ahí?”.

Este año me ha enseñado a tener más ganas de volver a casa, a disfrutar más momentos con mi familia y darme cuenta de que lo que hasta ahora estuvo ahí, en realidad es frágil y no es eterno y que hay que disfrutarlo todo lo posible.

Este año me ha enseñado a apreciar los viajes cercanos. A que no es necesario irse a la otra punta del mundo, aunque también sea preciosa, para pasar unas vacaciones increíbles con la gente que quieres. A disfrutar comiendo la gastronomía local y saborear una buena copa de vino ya sea en casa o en el bar.

Este año me ha enseñado a admirar la tecnología más que nunca. Ese hilo invisible que nos da la oportunidad de estar cerca estando lejos. Que me ha permitido seguir trabajando, así como asistir a bodas al otro lado del mundo.

Este año me ha enseñado a valorar lo preciosa que es la libertad y cuán frustrante es cuando de repente desaparece.

En general, este año inhóspito me ha enseñado a valorar lo que antes podía ser algo obvio, a que la vida puede cambiar más rápido de lo que pensaba y que, al final de todo, soy una afortunada.