Grandes movilizadoras que nos inspiran
Aunque sus padres ya la habían apalabrado en matrimonio en una Edad Media bastante hostil con las mujeres, Juana de Arco tenía otros planes. Aquella rebelde niña campesina supo contagiar la fortaleza de sus convicciones a todo un ejército que compartió su propósito y le dio un vuelco a la Guerra de los 100 años.
Una mañana de diciembre de 1955, Rosa Parks se sentía muy cansada, no tanto físicamente -que también- como de ser tratada como una ciudadana de tercera. De modo que, cuando el conductor del autobús en el que se desplazaba la conminó a ceder su asiento a un pasajero caucásico, se negó –enough is enough, cantarían tres lustros más tarde Donna Summer y Barbra Streisand-. Y con esa exhibición de serena y firme asertividad, encendió una oleada de indignación que un año más tarde desembocaría en el fin de la segregación racial en los autobuses estadounidenses, la chispa que prendió la llama del movimiento pro derechos civiles.
Hastiada de que los adultos hicieran poco o nada para luchar contra la crisis climática, la adolescente Greta Thunberg decidió plantarse cada semana ante el parlamento sueco. La particular sentada que ella bautizó como Fridays for Future se desbordó en multitud de adhesiones y hoy por hoy cuenta con unos siete millones de seguidores en todo el mundo.
En Mostaza hoy hemos querido rendir nuestro particular homenaje a Juana, Rosa, Greta y a tantas otras mujeres anónimas que, desde su modesto día a día, no solo hacen que el mundo sea un poco mejor, sino que saben transmitir y expandir su potente energía transformadora.
Feliz 8 de marzo a todas y todos.