Hay empresas que hacen acciones de team building colgándose de postes o remando en canoa. A la luz del día, al aire libre, en plena naturaleza. Tan bucólico como evocador, pero con demasiada frecuencia incompatible con la agenda profesional. ¡Pero nada es imposible! En Mostaza, a falta de poder ausentarnos de la agencia, esta temporada hemos optado por actividades nocturnas, alternativas. Con otro tipo de luz y ambiente. Y, sobre todo, de forma muy informal y distendida.

Anoche disfrutamos de una velada muy divertida en un pequeño teatro que se ubica en el corazón del barrio de Sants. La SalaFlyHard ha sido todo un descubrimiento para nosotros, los mostacitas.

Sala FlyHard

Sala FlyHard, c/Alpens 3, Barcelona

Una cincuentena de espectadores asistimos a la obra ‘Només un anunci’, que nos llevó, a un ritmo dinámico y trepidante, de la risa –nos identificamos al 100% con la temática creativa- a la reflexión sobre la esencia del mensaje.

"Només un  anunci"

Ochenta minutos de placer, gracias a un guión con giros inesperados y a unos actores maravillosos que merecen todos nuestros aplausos y casi nuestros abrazos, al tratarse de un escenario que prácticamente se integra con la platea.

Sin duda, una experiencia memorable que os recomendamos encarecidamente si se os presenta la ocasión, pero no la única. Porque hubo otra que la precedió.

 

Nuestro primer team building alternativo fue una sorpresa que se fue desvelando a medida que transcurría la noche. Iniciamos la velada en el Bar Pasajes, en pleno Barrio Gótico de Barcelona, un lugar curioso, con productos de calidad y un servicio ‘fantástico’, ¿por qué no decirlo así?

Bar Pasajes

Bar Pasajes

Después de varias copitas y un poco de aperitivo, pasamos a Canela Fina, un taller de cocina muy original que ocupa un espacio singular y se esconde en una callejuela del Gótico. El componente lúdico y la diversión estaban servidos.

Canela Fina

Canela Fina

Trabajamos en parejas para crear pequeñas delicias gastronómicas, bajo las directrices de Núria y su equipo, que fueron ‘lo más’.

Elaboramos unas delicias que, vamos, nos sentimos unos ‘super-cocineros’: galletas de calabacín con queso de cabra, crestas de salmón con crema agria y virutas de almendra, hatillos de acelga con mascarpone, pasas y piñones, bloodymarys de mejillón, crema de zanahoria y naranja, montaditos de cecina y tomate seco, pimientos del piquillo con atún y queso, buñuelos de bacalao, brochetas de langostino crujiente con salsa de romesco, codornices lacadas con miel, soja y sésamo… ¡Hhhmmm, qué rico!

El espacio estaba reservado en exclusiva para nosotros, por lo que música, el vinillo y el bailoteo llegaron casi solos: prácticamente sin darnos cuenta, una cosa llevó a la otra. Y luego, un team building diferente nos llevó a otro. Al de ayer. Y a los que tengan que venir.

¿Cuál será el próximo? Quién sabe. Pero seguro que, más pronto que tarde, volveremos a pasar un buen rato en buena compañía. A reírnos juntos. A estrechar aún más nuestros vínculos. Porque los mostacitas somos, ante todo, un equipo muy bien avenido.